Si queremos conocer que es aquello de la Disciplina Positiva, algo que ahora está muy de moda, pero que muchas personas tienen un concepto erróneo, pues bien, intentaremos aclarar este concepto para facilitar su complejidad.
Aunque los dos términos, disciplina y positiva, parecen algo opuestos, disciplina parece un término rígido, frente a positiva que parece algo más liviano. Sin embargo, en este caso disciplina viene del latín “discipulus”, que significa discípulo y positiva como bien indica el término es algo bueno, motivador, agradable….
La Disciplina Positiva muestra una forma de organizar la vida y de mejorar el trato humano. Nos ayuda a entender la naturaleza infantil, nos prepara para esa revisión íntima y profunda, con la que evaluar qué educador/a, padre o madre estamos siendo. Así podremos tener la conciencia de en qué momento estamos y que cada uno pueda decidir si necesita cambiar algo y cómo lo quiere modificar.
Muchas veces como adultos nos sentimos frustrados ante situaciones con los niños y nos hace replantearnos sí lo que estamos haciendo está bien o mal, pues bien, desde el enfoque de la Disciplina Positiva, tendríamos una visión de nosotros mismos más autocompasiva, sabiendo que todos cometemos errores y estos mismos son los que nos hacen mejorar en las futuras interacciones con los peques.
Esta forma de educar trata de descartar el paradigma del miedo a la hora de manejar el poder en las relaciones, descarta los métodos punitivos, los castigos y las recompensas, y trata de poner el acento en dos grandes fuerzas generativas, inmensas e inagotables en beneficios: confianza y afecto.
La Disciplina Positiva se basa en la Teoría Adleriana de que todo comportamiento tiene un propósito, cuya meta es la pertenencia, la conexión y sentirse significante; por lo que ayuda a los niños a tener un sentido de pertenencia e importancia, de conexión con las figuras de referencia. Así, muchas veces decimos que los niños hacen cosas para llamar la atención y bien cierto es, pues, están buscando la forma de conectar con nosotros, por lo que, desde esta nueva forma de entender la infancia, debemos ofrecer a esa llamada la atención, la respuesta que están buscando y conectar con ellos con afecto y cariño.
Otro de los pilares en los que se apoya la Disciplina Positiva son la “amabilidad y la firmeza”. Si antes hemos mencionado que deseamos eliminar las recompensas y los castigos, podríamos pensar que, si queremos hacer un cambio, hacia dónde vamos a ir, si muchas personas piensan que los castigos son efectivos y un buen tirón de orejas en determinados momentos, hace su efecto. Pero, por el contrario, yo les digo que no, que un castigo sólo es efectivo en un corto plazo de tiempo, efectivo en el momento justo de acción, efectivo de forma inmediata, se hace una modificación de conducta o bien por el miedo que se ejerce en ese momento o para conseguir que no se les quite algo que les restará, si continúan haciendo lo que el adulto no quiere que haga. Y en este momento, sentiremos que si les dejamos hacer todo lo que quieran estaremos siendo demasiado permisivos, actitud que nos indican que no es lo más beneficiosos para los niños.
La fórmula está en posicionarnos en una actitud en la que se mantengan el equilibro entre la amabilidad, con la que les diremos a los niños cómo deben de ser la cosas y la firmeza, para establecer los límites en los que nos vamos a mover, y todo englobado en una comunicación conjunta. Los niños deben saber cuáles son las normas que todos debemos aceptar y cuáles son los límites que debemos tener, siempre que estos sean comunicados con antelación. Los niños siempre reaccionan mejor cuando las acciones son anticipadas y en muchos casos, si se les hace partícipes de ellas, si en ocasiones ellos se sienten valorados y la toma de decisiones se hace en consenso.
Pongamos un ejemplo para entender este punto; si estamos en el parque y se está acercando la hora de irnos, en vez de comunicarle al niño directamente que nos vamos, en lo cual, puede ser que el niño no quiera, esté correteando, se enfade o tire por el suelo, y esto haga que el adulto tenga un desgaste de repetidas veces en las que está diciendo: nos vamos, nos vamos, nos vamos…. para terminar con una tremenda pataleta y los nervios por lo alto. O bien, si vemos que al estar llegando la hora de irnos, se lo estamos anticipando, que en un ratito nos vamos, y llegada la hora, nos acercamos y les ofrecemos para que elijan, aquí está el momento de conexión y de validación, si lo que quieren es tirarse por el tobogán, por ejemplo, dos o tres veces, teniendo la herramienta de sentir que también decide y es importante, una vez elegida la cantidad de veces que puede tirarse, el niño ofrecerá mayor colaboración a la hora de irse del parque y posiblemente todo sea con mayor afecto entre ambas partes.
Debemos pensar que los niños siempre están buscando momentos en los que los adultos les acepten y esto, es lo que va construyendo su autoestima y los va erigiendo como personas. Hacerles crecer como personas desde una forma de relación tan bella y consciente, como es la Disciplina Positiva, donde lo importante es el respeto mutuo; es tan maravilloso y reconfortante, que no deja de enseñarnos día a día nuevas formas de hacer las cosas, porque para cada familia hay unas herramientas y unos objetivos. La Disciplina Positiva no te da unas reglas de oro, te da las herramientas para trabajarte tú, adulto, y te da el conocimiento de ver al niño como algo frágil.
¡Cuídalo porque está hecho de sueños!
Sara Valiente
Directora de Escuela Infantil Diventium
Certificada en Disciplina Positiva para familias y primera infancia.
Comments